sábado, 14 de noviembre de 2020

EL MILAGRO DE LA MARQUESA DE ALMARZA

 

    Una dama ilustre, protectora de los pobres y desvalidos de Salamanca acababa de fallecer: era la Marquesa de Almarza. Una multitud de personas se apiñaba junto a su palacio en la Plaza de San Boal para observar su cadáver. Uno de los criados del palacio con voz temblorosa y apagada gritó :

- " el cadáver de la señora Marquesa no sale a la calle y pasará a la Capilla, hoy a las cinco, por la bóveda subterránea "

Se hizo el silencio y sólo a intervalos se escuchaba el grave sonido de la campana del templo, que anunciaba a los cristianos que un alma más había traspuesto los míseros linderos de la vida .

Eran ya las nueve de la noche y el cadáver de la dama reposaba en hermosa caja de nogal, forrada de terciopelo negro, en lo alto de un túmulo levantado en el centro del templo.Cuatro criados de la casa guardaban el cuerpo, y el sacristán, entrando y saliendo en la sacristía, echaba de contínuo un vistazo a los gruesos cirios.

El sueño rindió a los guardianes al venir la mañana, y envueltos en sus capas se acurrucaron en los confesionarios.

El sacristán no paraba y observaba continuamente el cadáver de la Marquesa. Se percató del grueso brillante de su mano; había concebido un pensamiento de profunda avaricia. Cogió una escalera de mano, volvió a cerciorarse del sueño de los guardianes y se encaramó hacia lo alto del catafalco.
Extendió su mano temblorosa hacia la mano de la dama; pero la retiró de pronto; le pareció percibir un leve y apagado suspiro, que se había escapado de los sonrosados e inmóviles labios de aquella hermosa mujer.

¡ Valor ! dijo el sacristán , y tratando de infundir a su alma un arrojo de que carecía, aprisionó entre sus dedos la hermosa joya y tiró con fuerza, porque el dedo se había hinchado y el aro no salía con facilidad.
Un grito resonó en el templo y vibró en la ancha bóveda de la nave como un silbido agudo y penetrante. El sacristán soltó la mano del cadáver y cayó desplomado desde lo alto del catafalco. Los guardianes salieron presurosos y despavoridos de los confesionarios. Un ancho charco de sangre rodeaba el cuerpo exánime del sacristán y la Marquesa de Almarza se había incorporado en su caja mortuoria y miraba con espantados ojos las paredes del templo y los cirios que la rodeaban.

Los criados del palacio de Almarza huyeron de la iglesia llenos de terror gritando : ¡milagro, milagro!, ¡ la señora ha resucitado !.

La Marquesa de Almarza nunca supo el grave suceso a que debió la vida ni conoció el hecho reprensible que le devolvió al cariño y respeto de los pobres. El Marquesado de Almarza instituyó una pensión a favor del avaro sacristán de San Boal, que purgó con una existencia virtuosa y penitente la falta que había salvado, acaso de ser enterrada viva a la bondadosa y querida dama salmantina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

MILAGROS DE SAN JUAN DE SAHAGÚN

           El siglo XV en Salamanca es una época de dominios y enfrentamientos entre la nobleza , destacando las familias de los ,Figueroa,G...